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Navidad y rebeldía

Cuantos adultos recordarán la Navidad como una época mágica... Claro, me refiero a cuando eran niños. Y cuántos niños vemos con una cara especial durante la celebración de la Navidad...

Durante la adolescencia no sabemos ni el cómo ni el  porqué empezamos a relacionar la Navidad con una farsa, con un movimiento capitalista, con una fiesta que empezó a ser pagana, se convirtió en una fiesta religiosa y en resumen, es un tiempo en que no deberíamos estar felices, contentos ni sentirnos mejor porque hay niños que se morirán de hambre. Nos mentalizamos bien, añadimos esta nueva visión de la Navidad en nuestra frágil interpretación del mundo y avanzamos con firmeza el resto de los años gritando a los cuatro vientos nuestro descubrimiento con la esperanza de que si alguien se siente bien en Navidad pase a ser un amargado.

Y para acabar nuestra colaboración con este mundo, si podemos convencer a un niño que de toda esta fiesta es una farsa nos sentiremos mejor.

No obstante, debo comentar uno de mis experimentos navideños ya que una vez, tuve la ocasión de estar completamente solo un 25 de diciembre, así que decidí acercarme a uno de los pocos bares que había abiertos en el barrio de Sant Andreu en Barcelona. En primer lugar llama la atención la soledad de las calles durante las horas de comer en estos días. Lo diré de otra manera. Llama la atención que con tanto rebelde con la Navidad todo el mundo esté en su casa atascándose de comida, bebida y riendo. El panorama en la barra del bar sí que era digno de mención. A mi derecha, una mujer bebiendo una copa, con los ojos llenos de lágrimas y sola. No parecía una mujer falta de dinero. Simplemente estaba sola, un día de Navidad. Y es que estos días algo sí que tienen, si estás solo te sentirás más solo y de nada servirá que te juntes con algún rebelde de la Navidad porque no te aceptará ya que "tendrá sus compromisos familiares".

Seremos rebeldes con la Navidad hasta el punto de privársela a nuestros hijos. Lo que me pregunto es cómo responderemos a ellos cuando nos digan "Padre (o madre), tú eras feliz en la Navidad, ¿Porqué no puedo serlo yo?"

Como rebelde innato, si algo debo decir sobre la Navidad es que, en los tiempos que corren, si uno quiere ser rebelde debe, por todo lo alto, ¡celebrar la Navidad!

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