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Enamorado de una vagina

Se me pusieron los pelos de punta una vez que escuche la conversación de un educador social hacia sus alumnos adolescentes sobre lo que nos enamora de una persona. En sus enseñanzas se omitía el cuerpo físico dando prioridad absoluta a la persona, al alma, por llamarlo de alguna forma,  que reside dentro del cuerpo. Por ello admitía él que cualquier relación con personas del mismo sexo es posible y que uno no puede decir que no a algo que no ha probado. Siento decirle que no todos pensamos así y lo digo desde mi respeto a las personas heterosexuales, gays, lesbianas o pluriempleadas. En sus explicaciones llegó a decir que yo no me enamoraba de una mujer sino de su vagina. Menuda aberración. Las apetencias sexuales son innatas y el intento de este educador es inútil. Es tan inútil su intento de que todos seamos pluriempleados sexualmente como el de los heterosexuales predicando que ser homosexual es un defecto de la naturaleza. Si a este educador le gusta la carne y el pescado me parece muy bien y lo respeto íntegramente pero intentar convencerme de que yo no soy como soy y que debería probar otras vertientes sexuales es como decirle a un hipopótamo que es una cebra. Menuda estupidez y manera de perder el tiempo. Me permitirá el lector que hable de mujeres porque no puedo hablar sobre algo que no siento.

 

¡Claro que me gustan las vaginas! A pesar de que no me gustan todas. Te pueden llevar al paraíso y su olor y gusto me recuerdan mucho al del marisco y a mí me gusta el marisco, que le vamos a hacer. Pero ya puestos a hablar del tema, de las mujeres me gusta también; su cabellos, sus ojos, sus pestañas, sus cejas, sus pómulos, su nariz, su boca, sus dientes y sonrisa, sus labios, sus lenguas, sus orejas, su cuello, sus hombros, sus manos, sus pechos, su barriga, su ombligo, sus muslos, sus pantorrillas, su trasero, sus pies, su espalda y su voz aguda. Y en especial, todo ello tiene poco interés sin; su mente femenina, sus sueños, su sentido del humor, su forma de andar, su forma de vestir y su forma de gesticular.

 

Quedarse sólo con la vagina me recuerda a alguna pintura de Salvador Dalí que está bien para un cuadro pero no para mis gustos...

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