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Mi gato

A veces creo que la humanidad se extinguirá y segundos antes de hacerlo seguirá comparando la inteligencia de los animales con los humanos a partir de su nivel cognitivo. Incluso los biólogos se extinguirán con esa idea. Los humanos, nos hemos auto reconocido como el animal más inteligente de la tierra. Un animal único, capaz de extinguirse por sí sólo sin ayuda de la naturaleza. Una animal que ha alterado la vida de una forma cartesiana en unos límites impensables y con una extensión, que mirada desde otro planeta con un telescopio se asemejaría a la de un microscopio analizando un cáncer en un cuerpo. Esta forma de compararnos con los animales a partir de nuestro nivel cognitivo sigue cabalgando día a día sin ningún tipo de freno. Lo mismo sucede con los niveles emocionales, en este caso, serán los psicólogos los encargados de hacer los comparativos. Los humanos, no deberíamos baladronear tanto de nuestra inteligencia ni de nuestra alma frente al resto de seres vivos. Tal vez, si estuviésemos en la mente de un gato lo veríamos de otra forma.

Cuando a mi gato le interesa, me toma el pelo. En otras ocasiones juega conmigo. Cuando llego a casa maúlla de alegría y se sube a mi cuello. Cuando me enrabio se esconde y cuando estoy tranquilo tumbado se sube a mi estómago y se duerme bajo mis caricias.

 

¿Algún biólogo o psicólogo puede explicarme que mi gato no juega, que no me toma el pelo, que no siente alegría, que no siente ansiedades y miedos y que no siente amor?

 

Odio generalizar y alguien me dirá que soy muy atrevido a decirlo pero, en general por no decir casi siempre, los animales son mejores que las personas. Y si eso no es evolución ni inteligencia es que la evolución y la inteligencia no son ninguna virtud ni nada de lo que debamos sentirnos orgullosos.

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