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Carta a Marta Gómez

(Hematóloga del Hospital Clínic de Barcelona)

Llinars del Vallès, 11 de julio del 2000.

Apreciada amiga:

Supongo que si os doy las gracias a ti y a tu equipo de médicos por haberme salvado la vida, modestamente, me contestareis que simplemente cumplíais con vuestro trabajo. De esta forma me limitaré a dar las gracias a esto último. Gracias por sacrificar vuestra juventud delante de numerosos libros. Gracias por renunciar a una vida sencilla y dedicar vuestro tiempo a nosotros. Supongo, que a veces, pensareis en abandonar vuestro duro puesto y optar por otras salidas que os permitan mayor tiempo libre o mejor remuneración económica. Gracias por no hacerlo y créeme, tus pacientes nunca olvidarán lo que habéis hecho por nosotros. De hecho, desde el personal médico, las enfermeras, camilleros y personal de limpieza. Todos son admirados por nosotros los pacientes, con la misma fuerza en que admira un fanático a su grupo de música o un político a sus ideales.

No puedo nombrar la interminable lista de personas que han logrado salvarnos la vida. De hecho, la mayoría de personas no las conoces ni siquiera tú. Pero en tu caso y de cara a mi persona, te ha tocado representarlas hacia mí. Es por ello que no puedo ni quiero nombrar la lista de personal que estuvo conmigo durante mi tratamiento para evitar discriminaciones.

Me gustaría que este escrito pudiese servir de ánimo a todos los que luchan por hacer que este mundo sea más humano y mejor. Creo que si nos preocupamos más de lo que hacemos y menos de lo que ganamos todo irá mejor. Desde un electricista, un músico o un médico. Todos nos debemos a nuestro trabajo para mejorar nuestra sociedad.

Si en algún momento dudas de tu puesto de trabajo. Si en algún momento te preguntas si vale la pena renunciar. Si en algún momento te preguntas que gano yo con esto. Créeme, todos tus pacientes te tendrán siempre en mente. Te lo digan o no. Siempre te estarán agradecidos. Sus mujeres, sus hijos y el resto de sus familiares y amigos. Creo que no tiene precio saberlo. Unos te lo dirán en persona, otros te escribirán y, tal vez, otros no te lo comuniquen, pero ten por seguro de que todos te quieren.

No soy muy buen escritor y el lenguaje no me permite expresar lo que siento hacia ti y tu equipo así que termino esta breve carta y te doy las gracias un millón de veces y te ofrezco toda mi ayuda si alguna vez la necesitas.

Gracias, gracias y gracias.

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